Al
fin, llegamos al quinto gimnasio de nuestro viaje, ubicado en Ciudad Enigma, y especializado
en pokémon de tipo psíquico, liderado por una bella, misteriosa y siniestra
chica llamada Sabrina, llevaba unos zapatos de tacón, una minifalda y una
americana, todas de color rojo oscuro, y unas medias verdosas muy oscuras, al
igual que su moreno cabello y sus castaños ojos.
Con el orden ya fijado desde el
inicio del viaje, Ash encabezó los combates por la medalla. Sabrina eligió a un
alegre Mr. Mime (pokémon psíquico parecido a un mimo o a un arlequín), al cual Ash afrontó con
su Heracross que a pesar de sufrir con los ataques psíquicos, se impuso con
ataques físicos como “Mega Cuerno” y “Derribo”, neutralizando las defensas de
Mr. Mime con su nuevo ataque, “Amago”, Ash cambió a Heracross por Charmeleon
cuando Sabrina sacó a su Kadabra (pokémon humanoide con una estrella en la frente, grandes bigotes y una cuchara). Charmeleon estuvo
contra las cuerdas mucho tiempo, hasta que a Ash se le ocurrió lanzar ataques
desviados para que Kadabra no los pudiese interceptar, evitando a la vez que
Kadabra usase dichos ataques para volverlos en su contra, aún así, Charmeleon
perdió y Heracross tuvo que enmendarlo como pudo, saldándose con un doble KO
debido a un gran choque entre los ataques “Cabezazo Zen” de Kadabra y “Mega
Cuerno” de Heracross. Sabrina saco a su ultimo pokémon, un Gallade (pokémon
humanoide con una cresta en la cabeza y dos guadañas en sus codos), Ash que
sacó a Swellow sin vacilar. Al final aunque algo apurado, Swellow se llevó la
victoria con un rapidísimo “Golpe Aéreo”. Pensativo, me acerque al campo de
batalla, y tras ver que Sabrina iba a utilizar un Espeon (evolución psíquica de
Eevee inspirado en un Nekomata), decidí enfrentarlo con mi Pikachu. Acerté con
mi elección, ya que la velocidad de Pikachu no se veía superada por la de
Espeon, aunque este lo compensase con sus ataques psíquicos, al final, tras
intercambiar ataques de velocidad, Pikachu y Espeon cruzaron sus ataques “Rayo”
y “Psico-Rayo” dándose una situación de empate, que me hizo sacar a Marshtomp
ante la presencia del Reuniclus (pokémon cuya apariencia era la de una célula
con forma humana) de Sabrina. Le pedí a Marshtomp que estuviese atento a las
corrientes aéreas que captaban sus aletas, evitando encajar ataques potentes
como “Premonición”. La estrategia funcionó y tras un intenso forcejeo, un
potente “Agua Lodosa” de mi Marshtomp me dio la victoria, aunque el combate no
había acabado, ya que la líder Sabrina sacó a un... ¡Exeggutor! (pokémon regordete
similar a una palmera). Esta elección me extraño algo, hasta que cai en la
cuenta de que los Exeggutor saben realizar ataques psíquicos. Marshtomp no pudo
hacer gran cosa contra Exeggutor y tras ser derrotado, decidí sacar a Chimchar,
que a pesar de no tenerlo nada fácil, supo derrotar a Exeggutor con numerosos
ataques “Rueda Fuego”. Ignacio iba viniendo hacia mi posición tras haber
ganado, sus ojos brillaban de manera ardiente y su cara reflejaba su alto
estado de concentración, cuando de repente Chimchar empezó a sentirse mal, les
desee suerte a Ignacio y a Josan de cara a su desafío, y con mi Chimchar en
brazos, fui al centro pokémon lo mas rápido posible.
Mientras
Chimchar era auscultado por la enfermera Joy, una médica pelirroja de ojos
azules, con un uniforme rosa y blanco con su cofia correspondiente en la cual
había bordada una cruz roja, la llama de su cola empezó a brillar radiantemente
y de forma extraña, lo cual (según la enfermera) significaba que estaba a punto
de evolucionar. Yo estaba feliz por la idea de que evolucionase, pero cundo le
mire a la cara, la expresión de su cara me era muy familiar. Lo dejé en manos
de la enfermera Joy y me dirigí al gimnasio, avistando la victoria de Josan,
que derrotó al Gothitelle (pokémon de tipo psiquico que recordaba a una chica
gotica) de Sabrina con un “Bola Sombra” de
uno de sus Eeve, y aproximándome para recibir la medalla junto al resto de mis
compañeros, sin dejar de pensar en la expresión de Chimchar. Una vez en el
centro pokémon, nos hospedamos y mientras cenábamos tranquilamente en compañía
de nuestros pokémon, por fin recordé donde había visto esa expresión antes, era
la misma que tenia mi Pikachu cuando Brock sugirió hacerle evolucionar.
Esa
noche no pude pegar ojo, estuve dando vueltas durante 45 minutos, sobre la cama
que el centro me proporciono, así que preocupado y sin hacer mucho ruido, para
no despertar ni a mis compañeros, ni a los pokémon que estaban fuera de sus
pokeball, fui a ver a Chimchar, que seguía muy deprimido y que prácticamente tampoco
era capaz de conciliar el sueño.
-Hola
Chimchar, ¿qué pasa? ¿Acaso no puedes dormir?- le dije al pequeño mono pokémon.
-No te deja dormir la idea de tener que evolucionar ¿verdad?, pues deja de
preocuparte por eso. No hace falta que evoluciones, porque no hace falta que
seas un Monferno (pokémon de aspecto parecido a un mono con las marcas faciales
de un mandril).- Le dije al candente pokémon, mientras yo esbozaba una amplia
sonrisa y le acariciaba la cabeza de manera cariñosa, gesto que él me devolvió abrazándome
por el cuello, mientras que se deshacía en lagrimas de felicidad, este tierno
momento estrechó aún más si cabe nuestro vinculo entre entrenador y pokémon,
solo comparable al que tenía con Pikachu y con Lucario.