Teaser Reino Cardiaco

domingo, 15 de enero de 2012

RC Capitulo I; Nacen los Héroes 1ª Parte

En una pequeña ciudad, de un país del planeta Terra, vivía yo, un chaval de 16 años de cabello y ojos marrones. Físicamente era bajito, muy corpulento y muy enérgico, además llevaba unas gafas negras de lente rectangular. Mi nombre es Eduardo, solía jugar con mi amigo Ignacio, mi primo José Andrés, al cual llamamos “Josan”, y su pandilla. Nuestra ciudad era Osca, ubicada al nornordeste de Spanya y solíamos pasar casi todo nuestro tiempo de ocio juntos. Nos encantaba jugar al fútbol, y siempre íbamos a ver los partidos del equipo de nuestra ciudad la “Sociedad Deportiva Osca”, eso, si no nos daba por jugar con la PlayStation 2. Ignacio era un chaval más alto que yo por un par de centímetros, con cabello y ojos morenos, tanto o menos corpulento que yo y muy gracioso, siempre contaba chistes y bromas, al igual que yo llevaba gafas, pero de diferente modelo, en cuanto a Josan, él y yo éramos casi como dos gotas de agua pero él era el más delgado de nosotros tres con diferencia y algo más bajo que yo, también llevaba gafas y es tres años menor que Ignacio y yo, y junto con su pandilla formada por Yoel, Nico (Nicolás), Josete (José Ángel), Jano (Alejandro), Buba, Ibrahima, Raúl, Luis, Pedro y Vlad, todos de la edad de Josan, vivíamos tranquilos en nuestra humilde y sosegada ciudad ..., al menos hasta ese día, el cual no olvidaré nunca.

Ese día tuve un extraño sueño, aparecía sobre una dimensión negra como la oscuridad y aterricé en un enorme pedestal de alabastro de unos 20 metros de diámetro, brillante como el sol, en cuyo suelo estaba impreso una hermosa joven desconocida para mi, rodeada de unos extraños animales y acompañada por dos chicos, uno con gorra rojiblanca con un hoyuelo en cada mejilla y otro moreno de piel con el pelo de punta. Deje de prestar atención al enigmático retrato que se extendía bajo mis pies y busqué una salida que mis ojos no apreciaban:

- Aquí no hay nada.- Dije para mí mismo.

En ese momento avance unos pocos metros y apareció en el filo del pedestal una escalera del mismo material. Me pareció extraño pero algo en mi interior me dijo que fuese por los estáticos escalones, y así hice. Llegué a otro pedestal de alabastro, en el cual el dibujo era diferente, esta vez aparecía otra chica acompañada por tres jóvenes guerreros, (uno de ellos tenía una cola de mono) y un abuelo con un caparazón de tortuga a la espalda, y en los brazos de la chica había 7 esferas muy peculiares con estrellitas.

Sentí un temblor bajo mis pies y brotaron tres pequeños pilares, encima de cada uno se asentaba un arma:

- ¿Qué demonios está pasando aquí?- Me pregunté a mi mismo, mirando de manera confusa las imponentes armas.

Había un escudo, un bastón mágico y una espada, y en los pilares había algo escrito, supuse que sería información sobre el arma que se apoyaba sobre ellos, así que me dispuse a leerlos y leí lo siguiente:

Escudo Garna: Un escudo de oro y acero ideal para la defensa más dura, protege con ella tanto tu vida como la de las personas que más te importan.

Bastón “el Gris”: esta vara mágica perteneció a un poderoso mago de la tierra media, sus potentes hechizos son dignos de los dioses más sabios.

Sable Aslan: Esta espada perteneció a uno de los hijos de Adán cuando fue rey de un país amenazado, te aporta la valentía necesaria para la batalla más ardua.

De repente, oí una voz en mi cabeza:

- Elige una y renuncia a otra, solo así, podrás seguir tu camino.- Tras oír esa profunda voz, hice lo que me ordenó, ya que quizás fuese la única manera de salir de allí. Elegí la espada y grité:

- ¡Renuncio al escudo!- En ese momento el escudo desapareció y el bastón mágico se convirtió en una pequeña luz que se unió al Sable Aslan, tras eso, apareció otra escalera de alabastro. Ascendí por ella dudando sobre si seria capaz de utilizar correctamente el arma que me habían confiado. Llegué a otro pedestal en el cual la imagen volvía a ser diferente, en esta, al igual que en las otras aparecía una hermosa chica, pero junto a ella había cuatro chicos y todos estaban subidos sobre un extraño barco cuya enseña era una calavera con un sombrero de paja y con un mascaron de proa que parecía la cabeza de una cabra, debían de ser piratas.

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